Yuki-Onna | Un Cuento Popular Japonés

Yuki-Onna | A Japanese Folktale Cultura mística

En un remoto y helado pueblo de la región de Musashi, vivían dos leñadores: Matsuzō, un hombre anciano cuyo rostro surcado de arrugas contaba la historia de duros inviernos, y Haruo, un joven leñador aprendiz lleno de entusiasmo y esperanza por su labor diaria.

Una tarde de invierno, una violenta ventisca azotó el pueblo, impidiendo a Matsuzō y a Haruo regresar a casa como de costumbre. Sin más opciones, se refugiaron en una pequeña cabaña en la montaña que encontraron, para protegerse del frío intenso. Dentro de la cabaña, iluminada apenas por una tenue luz lunar que se filtraba por la ventana, los dos hombres se reunieron junto al fuego, pasando una larga y extraña noche juntos.

Mientras la ventisca golpeaba las ventanas, Haruo notó de repente que algo no estaba bien con Matsuzō, que dormía a su lado. Entre el rugido del viento, Haruo percibió un aroma sutil y fragmentos de un antiguo relato, como si un narrador de antaño estuviera contando su historia. Poco después, al despertarse por completo, vio a una hermosa mujer vestida de blanco con largos cabellos negros que ondeaban al viento. Sus ojos, tan fríos como el hielo, reflejaban también una innegable tristeza.

La mujer se acercó a Matsuzō, dormido, y al exhalar un aliento helado sobre él, su cuerpo se congeló al instante, arrebatándole la vida. Haruo, paralizado por el terror y la incredulidad, observó impotente la escena. La mujer se aproximó entonces a Haruo, lo miró fijamente por un largo momento y, tras una leve sonrisa, le susurró:

“Tú también has querido quitar una vida como hizo aquel anciano. Pero tú aún eres joven y bello. Esta noche te perdonaré, siempre que me prometas solemnemente que no revelarás lo sucedido. Si alguna vez rompes este juramento, tu vida se acabará.”

Con esas palabras que se disiparon en el viento, la puerta de la cabaña se abrió de par en par y la mujer desapareció entre la ventisca. Haruo, con las manos temblorosas, guardó aquella promesa en lo más profundo de su corazón y permaneció inmóvil hasta el amanecer.

Pasaron los años, y Haruo se convirtió en un hábil leñador. Un día, por un feliz giro del destino, conoció a una mujer que se presentó como “Oyuki”. Con su piel tan blanca como la nieve y su delicada belleza, Oyuki dejó una profunda impresión en el corazón de Haruo. Con el tiempo, la atracción entre ellos creció y, finalmente, se enamoraron, contrayendo matrimonio y teniendo diez hijos.

Curiosamente, sin importar cuántos años pasaran, Oyuki nunca envejecía. Una noche tranquila, después de haber acostado a sus hijos, Haruo empezó a recordar aquella noche invernal de su juventud: “Cuando te miro, recuerdo mis dieciocho años, cuando en medio de la ventisca encontré a una mujer tan hermosa. ¿Fue solo un sueño o realmente eras tú la Mujer de Nieve?”, murmuró.

En ese instante, los ojos de Oyuki brillaron intensamente, se levantó de repente y, con voz temblorosa, exclamó:

“La Mujer de Nieve que viste aquella vez fui yo. Aquella noche te ordené que no hablaras del asunto. Si alguna vez quebrantas ese juramento, te juro que te quitaré la vida. Sin embargo, por el bien de nuestra familia y de nuestros hijos, no puedo hacerte daño. Pero si en el futuro causas dolor a nuestros niños, entonces no tendré piedad.”

En ese preciso instante, sus palabras cortaron el silencio, y su cuerpo se disolvió en una neblina blanca que se mezcló con el humo de la chimenea. Desde entonces, nadie volvió a ver a Oyuki, pero su enigmática existencia perdura como una leyenda en los montes.

 

Moraleja:
El relato enseña la importancia de asumir la responsabilidad de nuestros actos. La estricta orden de la Mujer de Nieve de mantener silencio destaca las terribles consecuencias de romper un juramento. Asimismo, se subraya que el pasado influye en el futuro; sin importar la juventud o la belleza, la integridad y el sentido del deber son fundamentales.

雪女|日本の昔話

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